- “Físicamente nada ni nadie es indestructible, pero el espíritu cuando es sincero y verdadero nunca muere; eso sí que es indestructible” – Barretto (1975)
RED 113 MICHOACÁN/Arturo Arteaga
Morelia, Mich.- 21 de julio de 2017.- En la historia de la música tropical del siglo XX, hay
nombres que directamente remiten a los escuchas y bailadores al buen gusto y
sofisticación, fineza en cada acorde al son de la clave. Uno de estos nombres
es el de Raymond “Ray” Barretto Pagan, ídolo y director musical de diversas
orquestas desde los años 60´s, y al cual recordaremos en esta ocasión aquí en
Tropicalísimo, y en específico, a partir del disco titulado Indestructible, del
año 1973.
Ray
Barretto nace en el seno de una familia proveniente de Puerto Rico, en
Brooklyn, Nueva York el 29 de abril de 1929. Es a partir de la influencia
musical que tiene en casa, donde se escuchaban desde clásicos boleros en la voz
de Los Panchos hasta el Jazz de Coltrane o Charlie Parker, que Barretto se
interesa en su juventud por la música. Más no es sino hasta 1946, cuando se
alista en el ejército y parte hacia Europa para defender a su país (Estados
Unidos), que tiene un acercamiento no como aficionado con la música, sino como
músico propiamente.
En
diversos momentos, Barretto señaló que su padre los abandonó cuando él y sus
hermanos eran unos niños, por lo que su madre tuvo que hacerse cargo del hogar.
Así, ésta última tomaba clases de inglés por las noches, después de trabajar,
por lo que Ray y sus hermanos se quedaban en casa, escuchando la radio. De este
modo, debido en buena medida al vacío paterno y al no tener un gusto y
desempeño académico positivo, es que Ray se une a la milicia.
Al
volver de Europa, Ray consigue su primera tumba o tumbadora. Como autodidacta,
toma ejemplo e inspiración de los mejores músicos de la época, pero siempre
recordando e intentando emular al gran Chano Pozo, percusionista en la orquesta
de Dizzy Gillespie. Pozo murió en 1948 durante una pelea en un bar del Harlem,
en Nueva York; se dice que fue a partir de una bolsa con marihuana falsa que le
habían vendido (este episodio es bastante bien retratado en la película “Chico
y Rita”, del año 2010, dirigida por Fernando Trueba, Javier Mariscal y Tono
Errando. La recomendamos ampliamente).
Posteriormente,
Barretto consigue tocar en diversos lugares y centros nocturnos, así como para
varias orquestas y agrupaciones. Entre ellas, la liderada por Charlie Parker
(tan sólo 10 días), y más adelante con la orquesta nada más y nada menos que de
Tito Puente, sustituyendo a Mongo Santamaria. Ray deja el proyecto de Puente en
1961 y arma la Charanga Moderna, una agrupación propia que, se dice, estaba
adelantada 10 años respecto al ritmo denominado Salsa, incorporando saxofón,
trombón y trompetas a los violines y la flauta.
Para
1966, después de una gira por Sudamérica, Barreto conoce e integra a Adalberto
Santiago a su orquesta. La voz del puertorriqueño Santiago le da una identidad
más definida al proyecto en el circuito de música tropical, junto con músicos
como Orestes Vilató en los timbales y Eddie Martínez en el piano. Con músicos
de este calibre, Ray graba diversos discos, tales como “Latino con Soul”
(1967), “Acid” (1968) y “Together” (1970).
En
1971, Barretto es invitado nuevamente a formar parte de la orquesta denominada
Estrellas de Fania o Fania All Stars, en aquel concierto desarrollado en el
Cheetah, centro de espectáculos en Nueva York (establecido entre la 53 y
Broadway). Entre historiadores y fanáticos del género, se cuenta que en este concierto
nace como tal la Salsa. Cabe mencionar que en 1968 ya se había llevado a cabo
un concierto de la Fania All Stars en otro club, el Red Garter, donde también
participó “Manos duras” Barretto.
Por
cierto, el propio Barreto decía que este apodo de “Hard hands” o “Manos duras”
le fue puesto no por su capacidad en las tumbadoras (lo que más bien fue
impuesto más adelante), sino debido a que en alguna ocasión fue invitado a dar
una entrevista a una estación de radio. Así, el programa al que fue convidado ya
se encontraba al aire. El locutor le indicó que pasara a la cabina, y mientras
Ray se acomodaba en su silla para iniciar la conversación, le dio unas palmadas
en el muslo al locutor, por lo que éste reaccionó de inmediato diciéndole “hey
hard hands, how are you”. Todo indica que Barretto tenía la “mano pesada”, como
decimos en México.
Para
1973 todo parecía ir bien entre la orquesta de Barretto. La realidad es que la
mayoría de los miembros de la misma decidieron irse, desintegrar la agrupación
y formar otra: La Típica 73. Ray cayó en una tristieza profunda ya que no
entendía cómo es que había sucedido algo así, qué había hecho para que los
músicos tomaran tal decisión. La realidad es que éstos tenían otros planes y
ambiciones propias que rebasaban el trabajo con Barretto. Es de este modo que
Ray lanza un disco de puro y total Jazz Latino titulado “The other road” en
este mismo año, el cual incluye temas como Lucretia the cat (un clásico) y
Abidján revisited. A la vez, Jerry Massucci, productor de Fania Records, le
pide un álbum de salsa. Ray no estaba del todo convencido, pero buenos amigos
suyos como Roberto Rodríguez, Tony Fuentes, Eddie Martínez (quien lo empujó a
seguir adelante), Julio Romero, Artie Webb, Many Durán, Papy Román y Tito Allen
(éste último como voz principal) le apoyaron indiscutiblemente. Con esta
alineación graba en 1973 el disco “Indestructible”. La portada de este disco es
considerada histórica y divertida, ya que muestra a Ray como Clark Kent a punto
de transformarse en Superman. Ésta portada fue obra del denominado “Mr. Salsa”
Izzy Sanabria.
El
álbum abre con un clásico bailable 100 por ciento: “El hijo de obatalá”. Tema
compuesto por Tite Curet Alonso (autor de otros clásicos como “Periódico de
ayer” o “Plantación adentro”). Consideramos de alto grado musical el solo de
piano del maestro Eddie Martínez y por supuesto el solo de tumbadoras de
Barretto, el cual a la voz de “ahora con ustedes, las manos duras de Ray
Barretto”, descarga, pareciera, toda la emocionalidad contenida a raíz del
abandono de sus antiguos compañeros, pero también indicando que se debe seguir
adelante, siempre de la mano de buenos amigos y del talento y las ganas de
continuar con la cabeza arriba.
A
continuación, el tema titulado “El diablo”, son montuno que en sus coros lleva
la advertencia de que el mal nunca se podrá medir ante el bien, nuevamente en
la línea de mantener una actitud positiva ante la adversidad. Destacamos los
solos de metales de Papy Román, Many Durán y Roberto Rodríguez. Este tema suena
mucho a los trabajos del gran Arsenio Rodríguez (cubano, autor de clásicos como
“Bruca manigua” o “Fuego en el ´23”, y sin duda uno de los más grandes
exponentes del Son montuno), quien fuera una de las mayores inspiraciones
musicales de Barretto durante su juventud, y quizá, uno de los músicos que
escuchaba cuando de niño cuidaba a sus hermanos mientras su madre acudía a
clases de inglés.
En
“Yo tengo un amor”, Barretto nos remite a un clásico de Rafael Hernández,
compositor puertorriqueño de éste y otros gratos temas, tales como “Lamento
borincano”, “Campanitas de cristal” o “El cumbanchero”. Con “Yo tengo un amor”,
Barretto hace la invitación a enamorarse una vez más. Al más puro estilo del
bolero del caribe, inicia diciendo “Yo tengo un amor, lindo de verdad. Y cada
día que pasa, yo la quiero mucho más”. En la parte interna de la canción, es
posible escuchar la sutil flauta de Artie Webb, manejando la melodía base y
dando un toque de finesa al tema. Un tema ancestral, romántico, bolero vigente
que logra su cometido.
El
tema “La familia”, es una guaracha con elementos de danzonete (género musical
que incluye características del danzón y el son cubanos). “Llegó mi familia ya,
están mis hermanos´ aquí”. Igualmente, podemos percibir la tónica del disco,
que sin querer manejar una temática o linealidad específica como otros
materiales discográficos, tales como ópera rock, en los cuales el tema es uno
solo diversificado a lo largo de la grabación, tenemos pues un sentimiento de
agradecimiento por parte de Barretto a aquella gente que no lo abandonó en un
momento difícil y que siempre estuvo ahí. “La familia” es otro de esos temas
bailables gratos y que invitan a pasarla bien, siempre bajo la luz de la
fraternidad. En este tema son apreciables en gran medida los coros de Meñique y
el gran Héctor Lavoe, acompañando los soneos del maestro Allen.
“Toca
Barretto, toca, suena la tumba y ponte a gozar, ¡ay Barretto!”, dice con
simpatía uno de los coros en esta pieza dedicada directamente al maestro Ray
Barretto, “La orquesta”, quien a la par de ésta invitación y a lo largo de la
canción da sus mejores golpes a los cueros de la tumbadora. De modo que el tema
a ritmo casi de Cha cha chá, es un convite a la gente y al propio Barretto para
pasarla bien, para olvidar lo que se deba olvidar y dejar atrás todo lo
negativo, pues Barretto está en las tumbadoras y la orquesta lo cobija.
“Llanto
de cocodrilo” lleva en el título la propia consigna de quien fue abandonado
pero que a la vez no le importa dicho abandono. Reiteramos, estas piezas en
general llevan de manera subrepticia el mensaje de un “no me importa lo que
hayan hecho, yo sigo adelante”. Se trata de una pieza en ritmo de guaracha, la
cual con los magníficos arreglos de Louie Cruz, da la impresión de ser y
sentirse en una auténtica pachanga de barrio y quizá, en una de esas, mirando a
aquel amor no correspondido a través del confeti y el baile.
La
penúltima pieza del disco se titula “Ay no”. “En un oscuro rincón, no me gusta
a mí bailar”, dice Tito Allen en la primera estrofa de este tema, a ritmo de
son montuno. La canción tiene en su parte central un magno solo de piano,
nuevamente de los dedos de Eddie Martínez, el cual es introducido por dos
“cachetadas” a la tumba por parte de Barretto, para en lo posterior, también
introducir el solito de timbales por
parte de Ray Romero quien juguetea con la sonora trompeta de Roberto Rodríguez.
Otra vez los arreglos de Louie Cruz dan la impresión de una de las mejores
fiestas a las que puedas asistir. Canción compleja, canción que se baila con
gusto y provoca una sonrisa.
Por
último, el tema que da título al disco: “Indestructible”. “Cuando en la vida se
sufre una herida, porque se pierde sangre querida, en ese momento coge el
destino en tus manos, echa pa´ lante mi hermano con la ayuda de nueva sangre”.
La canción fue escrita por Joseph Román y Ray Barretto, los arreglos corrieron
a cargo de Eddie Martínez. La pieza es considerada de culto por aquellos que se
encuentran aprendiendo a tocar los timbales como instrumento en música
tropical, esto se debe al solo del mismo por parte de Ray Romero.
Indudablemente, es una de las “canciones referencia” si de Salsa hablamos, ya
que a nuestro parecer conjunta lo mejor de los ritmos afrocubanos con la
exquisitez del Jazz latino. Dice el maestro Eddie Palmieri que quien hace
música tropical, la debe hacer siempre pensando en el bailador. Y este tema es
uno de esos ejemplos en los que se conjunta la inspiración musical con la
intención del baile y, sin soslayo, un mensaje directo a seguir adelante, a levantarse;
porque, ¿cuántas veces no habremos de caer, de tropezar en la vida, de sufrir
reveses y traiciones?
Que
ésta pieza y el disco completo ayude a quien lo necesite, ya sea para
reflexionar o simplemente para bailar. Y por último, señalar que Ray Barretto
es considerado pues, uno de los grandes del Jazz latino, de la Salsa, de la
música afroantillana en general y es a partir de trabajos como este, que el
imaginario colectivo asocia la buena música y las ganas de bailar con el
apellido Barretto. Y a éste último, también le debemos la carrera de Rubén
Blades, quien fue admitido como segundo vocalista de la orquesta en 1975, junto
con Tito Gómez, después de la dimisión por parte de Tito Allen. ¡Gracias
Barretto por tanto!