URUAPAN 02/11/25
Entre honores y disturbios se da el adiós a Carlos Manzo en Uruapan y Morelia
RED 113 MICHOACÁN /
Redacción
Uruapan/Morelia, Mich.- 2
de noviembre de 2025.- Con voz quebrada, el rostro cubierto por el dolor y sus
hijos tomados de la mano, Grecia Quiroz, esposa del alcalde Carlos Alberto
Manzo Rodríguez, encabezó este domingo el homenaje póstumo en la Pérgola
Municipal de Uruapan, convertida en un mar de flores, velas y lágrimas.
Desde temprano, miles de
personas se congregaron en el corazón de la ciudad de Uruapan para despedir al
presidente municipal asesinado el sábado pasado durante el Festival de Velas.
El féretro fue colocado
al centro del templete principal, rodeado por guardias de honor y un silencio
respetuoso que, de tanto en tanto, se rompía con los gritos de “¡Justicia!” y
“¡Carlos vive!”. Sobre el ataúd reposaba un sombrero blanco, el mismo que Manzo
solía usar en sus recorridos por las colonias, comunidades y la serranía. A un
costado, una gran fotografía mostraba su sonrisa franca, la que lo acompañaba
en sus actos públicos y en sus visitas a los barrios más humildes.
Fue entonces que Grecia
Quiroz tomó la palabra. Su mensaje, sencillo pero lleno de fuerza, conmovió a
todos: “Hoy nos arrebataron al mejor presidente de México. Carlos siempre dio
todo por su pueblo, por su gente, y hasta la vida. Mis hijos se quedan
huérfanos, pero con el orgullo de saber que su padre murió sirviendo a
Uruapan.”
Sus palabras desataron un
aplauso que se mezcló con el llanto de la multitud. Muchos no podían contener
el coraje ni la tristeza. En el ambiente se respiraba impotencia, rabia y amor
por un hombre que, según sus cercanos, nunca se escondió ni se dobló ante las
amenazas.
Tras el acto en la
Pérgola, el féretro fue trasladado a la Parroquia de San Francisco, acompañado
por una caravana de vehículos, motociclistas y ciudadanos que avanzaron
lentamente detrás del cortejo. Las campanas repicaban al paso del féretro, y
las calles se llenaron de flores, veladoras y aplausos. Afuera del templo,
miles de personas aguardaban para participar en la misa de cuerpo presente, que
se ofició en medio de un profundo silencio interrumpido solo por los sollozos.
La misa se convirtió en
otro acto de despedida colectiva. Al finalizar, los asistentes corearon su
nombre y el grito se elevó sobre el cielo de Uruapan que parecía gris por la
pérdida de su alcalde, El del Sombrero. En los rostros se mezclaban la
resignación y la exigencia: “Que su muerte no quede impune.”
Horas más tarde, la
indignación se trasladó a las calles. Una marcha recorrió el centro de Uruapan.
Cientos de ciudadanos vestidos de negro, muchos con velas encendidas, caminaron
desde la Pérgola hasta el Palacio Municipal. Las pancartas hablaban por ellos:
“Fuera el gobierno corrupto y asesino”, “México tiene familias destrozadas por
la violencia”, “Carlos vive en su pueblo”.
Pero el dolor no se quedó
en Uruapan. En Morelia, la capital del estado, las manifestaciones convocadas
para exigir justicia derivaron en disturbios. Un grupo de inconformes irrumpió
en el Palacio de Gobierno, donde rompieron ventanas, prendieron fuego a mobiliario
y realizaron pintas con consignas en contra del gobierno estatal. La Policía
respondió con gas lacrimógeno y balas de goma para dispersar a los
manifestantes. Durante los enfrentamientos, varios resultaron afectados por los
gases y al menos tres personas fueron aseguradas.
De regreso en Uruapan, la
jornada cerró con el entierro de Carlos Manzo en el cementerio, acompañado por
sus familiares, amigos y una multitud que lo despidió con música, oraciones y
aplausos. Decenas de coronas florales cubrieron la tumba, mientras los
presentes repetían entre sollozos una frase que se convirtió en consigna de
justicia: “Carlos Manzo no murió, lo mataron por defender a su pueblo.”
Así, entre lágrimas,
reclamos y el eco de las campanas, Uruapan despidió a un líder que marcó huella
en su gente, un hombre que, según sus colaboradores, “prefirió morir de pie que
vivir arrodillado ante la violencia”.
El pueblo entero lo
acompañó hasta el final, y en las calles aún resuena el clamor que unió a
miles: “¡Justicia para Carlos Manzo!”
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