viernes, 7 de noviembre de 2025

Hacia la ciudad como ecosistema: un nuevo paradigma urbano

 Hacia la ciudad como ecosistema: un nuevo paradigma urbano



Por Alejandro Martínez Castañeda


Durante gran parte del siglo XX, las ciudades se desarrollaron bajo una lógica extractiva: consumir recursos, generar desechos y expandirse sin límites, muchas veces al margen de su entorno natural. Hoy, frente a la crisis climática y la degradación ambiental, surge un nuevo paradigma: concebir la ciudad como un ecosistema, un espacio donde las dinámicas humanas y naturales coexisten en equilibrio, regenerando más de lo que desgastan.


Hacer de la ciudad un ecosistema implica replantear su diseño, su metabolismo y su cultura. Significa entender que las urbes no son entes aislados, sino nodos interdependientes dentro de un sistema vivo. Así como en la naturaleza los desechos de una especie se convierten en recursos para otra, en una ciudad ecológica los flujos de energía, agua y materiales se optimizan y se reutilizan, reduciendo la huella ambiental. Este enfoque demanda políticas de planeación que integren movilidad sustentable, gestión circular de residuos, infraestructura verde y una economía urbana basada en la regeneración.


El concepto de ciudad ecosistémica también implica un cambio cultural profundo. No basta con plantar árboles o reciclar desechos: se requiere transformar la relación entre ciudadanía, gobierno y territorio. Espacios públicos vivos, transporte no motorizado, techos verdes, huertos urbanos, y sistemas de captación de agua pluvial son solo algunas de las estrategias que permiten devolver al entorno parte de lo que la urbanización le ha quitado.


La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en su artículo “Plantean restaurar la ciudad como ecosistema” añade que “la ciudad, entendida como un sistema de sistemas, exige hoy enfoques integrales capaces de articular lo económico y lo ambiental, lo espacial y lo social, lo material y lo simbólico”. Este análisis aporta que el reto ya no es únicamente técnico, sino metodológico e institucional: se trata de renovar los marcos teóricos, de cruzar disciplinas y de planificar la ciudad con herramientas que integren los diversos niveles de lo humano y lo natural.


En México y América Latina, donde muchas ciudades enfrentan problemas de desigualdad, contaminación y crecimiento desordenado, este enfoque se vuelve aún más urgente. Hacer de la ciudad un ecosistema no es solo una cuestión ambiental, sino de justicia social: implica garantizar el derecho a un ambiente sano, a la movilidad, al espacio público y a la participación ciudadana en las decisiones que afectan el entorno común.


El urbanista Alejandro Aravena ha señalado que “las ciudades no solo deben ser más verdes, sino más justas”. En ese sentido, la ciudad ecosistémica busca integrar soluciones tecnológicas con políticas sociales inclusivas. La sostenibilidad no puede ser privilegio de unos cuantos, sino una práctica cotidiana compartida por todos.


En última instancia, el reto no es únicamente técnico, sino ético: reconocer que el bienestar humano depende de la salud del ecosistema urbano. Una ciudad verdaderamente viva es aquella que respira con su gente y su naturaleza; que produce energía limpia, que trata sus aguas, que convierte sus desechos en insumos, y que construye comunidad en lugar de fragmentación.


Transformar nuestras urbes en ecosistemas no es una utopía, sino una necesidad civilizatoria. Supone pasar del modelo de consumo y expansión al de coexistencia y regeneración, haciendo de la ciudad no un enemigo de la naturaleza, sino su aliada más inteligente.


Fuente: (https://www.gaceta.unam.mx/plantean-restaurar-la-ciudad-como-ecosistema/)

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