MICHOACÁN
02/11/2025
Crónica| Noche de Muertos en Michoacán: un homenaje de la vida a la muerte
RED 113
MICHOACÁN/Redacción
Michoacán.-
1 de noviembre de 2025.-
La noche cae sobre Michoacán, pero en lugar de oscuridad, el brillo de miles de
velas ilumina el alma del lago de Pátzcuaro. Mientras que en Tzintzuntzan, con
sus majestuosas yacatas purépechas, en los panteones las familias preparan sus
ofrendas entre murmullos, cantos y el aroma del cempasúchil que guía a los
difuntos de regreso a casa.
El aire
huele a copal, a tierra húmeda y a comida recién hecha. En los altares, el
color se vuelve lenguaje, las flores naranjas y amarillas del cempasúchil se
mezclan con el morado del papel picado y el blanco de las velas que forman
caminos luminosos hacia las tumbas, y los vivos entonces conversan con sus
muertos en un silencio sagrado.
En las
ofrendas, la vida cotidiana se transforma en homenaje. Cada platillo tiene un
significado y un recuerdo. Hay churipo, ese caldo rojo de res y chile que
calienta el alma; corundas envueltas con cuidado en hojas de milpa; tamales de
frijol y chile, dulces y salados; atole humeante que parece abrazar la noche; y
charanda o mezcal para brindar por quienes ya partieron. En algunas tumbas, una
botella de cerveza espera abierta, como si el difunto fuera a llegar en
cualquier momento a compartirla.
Mientras
tanto, las aguas del Lago de Pátzcuaro reflejan miles de luces que titilan como
estrellas caídas. La isla de Janitzio resplandece desde lejos, su panteón lleno
de flores, las familias velando entre murmullos y guitarras, los niños jugando
entre velas sin entender del todo el milagro que presencian. El sonido de los
remos de las lanchas se mezcla con los cantos, mientras los visitantes cruzan
las aguas para presenciar uno de los rituales más conmovedores de México.
En las
islas de Urandén, Pacanda y Yunuén, el ambiente es igual de intenso pero más
íntimo. Las comunidades abren sus puertas a los visitantes, que observan con
respeto las tradiciones purépechas. Aquí no hay espectáculo, hay fe, memoria y
un amor que trasciende generaciones.
Michoacán
estuvo abarrotado de turistas nacionales y extranjeros. Llegaron familias
enteras desde todo México, pero también visitantes de Estados Unidos, Europa y
Asia, atraídos por la mística de una celebración que parece detener el tiempo.
Muchos caminaron entre los panteones con asombro, intentando comprender cómo el
dolor y la alegría pueden convivir en una misma noche.
Y así,
entre rezos, risas y lágrimas, el Día de Muertos volvió a encenderse en
Michoacán. Las velas siguieron ardiendo hasta el amanecer, recordando que en
esta tierra los muertos no se van del todo, regresan cada año, guiados por un
camino de luz y cempasúchil, para reencontrarse con los suyos en esta hermosa
tierra michoacana.
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